Gotas etéreas resbalan por los ojos
y dejan al descubierto las huellas.
El desánimo embelesa y se pueden contar
las arrugas profundas del dolor
y entretejer los hilos del adiós.
La fría brisa halaga las orillas
y se cae la casa de la niñez.
Qué opaca incertidumbre sirve de bálsamo.