De mi libro Sombras y contraluces, estos versos del poema Los hilos del adiós, dedicados a La casa donde nací:

Gotas etéreas resbalan por los ojos

y dejan al descubierto las huellas.

El desánimo embelesa y se pueden contar

las arrugas profundas del dolor

y entretejer los hilos del adiós.

La fría brisa halaga las orillas

y se cae la casa de la niñez.

Qué opaca incertidumbre sirve de bálsamo.

De mi libro Sombras y contraluces, estos versos del poema Siria:

Como un traje de fuego me recubre,

miradas que nos miran desde el fondo

las huellas de sus pies ensangrentados,

los despojos de cuerpos hecho jirones.

En esta paz reconstruida

las balas desgarran con su zumbido el aire

y me desperezo bajo este sol diferente

y lloro en sus calles oscuras sintiéndome débil.

Déjame ver la cara de este día

para mirar la vida hasta su muerte

en los rostros sin nombre.

Era un sueño del que aún no he despertado.